El gesto de tu desenfado dispara entre mis cejas
aprieta mis nervios que desesperan inertes,
y la confusa sonrisa que tus labios dibujan
revuelve las aguas de mi estancado temple.
Mis manos prisioneras de tu incomprensible fuerza
se retuercen temblorosas triturando mis desvelos
Las entrañas me derrumban con profundo cosquilleo
y mi cabeza se empaña del recuerdo de tus besos.
No puedo escapar de tus borrosas tinieblas
que a la rastra, impiadosas, por la fuerza me someten
y me dejan tendido, enterrado, destruido,
repartido en mil pedazos, enamorado de muerte.
Joaco
marzo 2003
marzo 2003
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