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miércoles, 24 de marzo de 2010

La Dictadura

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EL golpe

Muchas veces me causó sorpresa, por lo menos desde que entendí algo sobre la Constitución y las leyes, que haya tanta gente que acepte a los gobiernos militares como otros gobiernos más, muchas veces poniéndolos al mismo nivel que los gobiernos democráticos.
Como si una elección en democracia o un golpe de estado militar fueran lo mismo. Inclusive ubican a cada dictador en su lugar en la lista de los presidentes de la República Argentina.

Bueno, no debería sorprenderme, porque es lo que nos llega a través de los diversos medios de educación y de comunicación. Lo que podríamos resumir como "la propaganda" que, al ser emitida por determinados sectores de poder, transmitirán un mensaje acorde a los que les convenga.
Así entonces la propaganda será casi unánime en ciertas cosas que nadie debe discutir. No dejará lugar a debate sobre temas clave. Repetirán como loros las frases esenciales cual si hubiera un libreto que los guiara en qué decir y qué no decir. La responsabilidad de los medios de comunicación en el registro de la Historia es lo que lleva a afirmar que "lo que no se dice" se llama "la otra historia".
Entendamos también que en la aplicación real se verá una variedad de matices. Porque así como ante los ojos de un militar los zurdos somos todos iguales, un zurdo puede ver a todos los noticieros como lo mismo. Pero hay matices. Bueno, la propaganda con todos sus matices, desde distintos lados y métodos y con distintas palabras puede terminar diciendo lo mismo.
A lo que voy es que el mensaje de la propaganda en cierta medida imita lo que, en los hechos, hicieron los gobiernos democráticos (no todos) después de la dictadura. Enjuiciaron a los militares por las desapariciones, pero nunca los enjuiciaron por levantarse en contra de la Constitución. Nunca desconocieron la ilegalidad de las normas que dictaron, y hasta se hicieron cargo de la deuda que les dejaban.

El 23 de marzo de 1976, el día previo al golpe, había un orden constitucional. Estaba vigente. Era la Constitución de la Nación Argentina la ley máxima y todo un sistema legal que de ella se desprende. Es lo que se llama el "estado de derecho". Había Congreso, partidos políticos, sindicatos. Había "legalidad".
Y la toma del poder que llevaron a cabo las Fuerzas Armadas, con la complicidad de sectores civiles, fue ILEGAL.
Lo que quiere decir que todo lo que hicieron fue ilegal. Se apropiaron del Estado, de todas las instituciones. Todo lo que pudieron haber hecho desde ahí es ilegal, porque su posición de autoridad carece de legalidad y legitimidad desde el origen.
Nadie los eligió para hacer lo que hicieron, no actuaron según ninguna norma que previera y permitiera hacer un golpe de estado.
La verdad es que se levantaron en contra de la Constitución y las instituciones de la democracia y la Republica. Y sin embargo muchas leyes, decretos, y hasta la deuda externa que contrajo ese "gobierno" se consideran hasta hoy válidas.

El genocidio

Una justificación que se esgrime para dar el golpe, repetida como loros en distintos ámbitos, es que fue una respuesta a la guerrilla. Se culpa así a las organizaciones armadas revolucionarias de haber provocado el desastre que hicieron los militares. Esto es falso. Las organizaciones armadas estaban prácticamente desarticuladas para marzo del '76, y los militares lo sabían.
La respuesta sobre las denuncias de desapariciones y torturas es que se peleó una guerra, una guerra diferente, que requería métodos especiales. No hubo tal guerra. Masacraron a 30.000 personas. Se los secuestró, se negó el hecho, se los torturó, se los asesinó y se ocultaron los cuerpos y las evidencias. El genocida Bussi en Tucumán decía que eran prisioneros. Si hubieran sido prisioneros los hubieran tratado como tales, como prisioneros de guerra. ¿Y los secuestros de los niños de los capturados y el robo su identidad? ¿Esos también eran prisioneros?
Las 30.000 víctimas del terrorismo que aplicó la autoridad militar no fueron prisioneros de guerra, ni muertos en combate. Fue un genocidio, no de una raza, no de una religión, ni tampoco de una ideología. Fue el genocidio de un sentir popular, de una capacidad de reacción social. Los autores intelectuales de la dictadura sabían claramente que tenían que anular toda capacidad de respuesta de la sociedad argentina para poder aplicar los planes de dominación económica y política que pretendían los "intereses norteamericanos".

Conclusión. Se levantaron en contra de la Constitución y se apropiaron ilegítimamente del poder. Su gobierno fue totalmente ilegal.
Secuestraron a miles de personas, en medio de la noche o delante de todos. Los encerraban en lugares clandestinos, los desnudaban, los torturaban, luego los asesinaban y desaparecían los cuerpos o los arrojaban vivos al Río de la Plata. Secuestraron bebés y les robaron su identidad. Saquearon las casas y se apropiaron de los bienes de los secuestrados.
Le quitaron las libertades y garantías constitucionales a todo el pueblo. Sometieron política y económicamente a la Nación al dominio extranjero. Enviaron a la pobreza y al hambre a millones.


Todos los autores intelectuales y materiales, partícipes y cómplices de esta traición a la Patria deben pagar. Por todo esto debemos exigir JUSTICIA.
Joaco

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